Spinetta a los 16.

INTROITO
No él a los 16 sino uno a los 16 y entonces Spinetta. Claro que uno sabía de Spinetta antes de los 16. Es un nombre que suena demasiado bien en la boca como para no haberlo nombrado y escuchado antes. La diferencia en todo caso era la evocación difusa de un mundo desconocido y ajeno por completo. Ni siquiera una cara. Cuanto mucho el clip de Seguir viviendo sin tu amor, la fascinación más ligada a los lasers de colores dibujando patrones nerviosos en la cara de ese tipo que cantaba con una entonación que a mis 11 agostos seguramente me parecía graciosa.

Incluso es posible que haya imitado esa afectación vocal. Y quedara yo atrapado aquí, y hacer el cuadrado invisible en el aire.




Sí, ese momento.

Principios de los '90. Uno no llegaba a escuchar a Spinetta si no tenías alguien cercano que lo hiciera. Distinto era con Vilma Palma, que los pasaban hasta en la Isla de los Wittys. Yo tuve un cassette de Vilma Palma. Grabado. Tenía 11 años, supongo que vale como atenuante. Había una canción llamada La caca del vampiro. Nunca más volveré a hablar de esto, gracias. Move on.

CRUZAR EL DESIERTO
¿Cómo llega entonces el quía a escuchar Spinetta a los 16? Y por escuchar quiero decir escuchar propiamente, como corresponde, tirado en la cama, un disco, de punta a punta. Fácil: Como sucedía en la vida antes de que los discos te los sugiriera un algoritmo programado por un sociópata de Sillicon Valley que sueña con ser el próximo Zuckerberg: a través de un amigo. En este caso amiga. Se llama Graciela, le decían (decíamos) La Corta y era mayor que yo.

[alerta de anécdota]

Su colección de CDs y vinilos era criminal. Ella se estaba por ir de vacaciones en ese momento pero antes quiso dejarme algunos discos para introducirme en el universo Spinetta.


Spinetta 101. 

Me dejó Madre en años luz y Los niños que escriben en el cielo. No los escuché en ese momento. Ni una vez. Esto fue porque además de esos dos discos me dejó uno que había comprado hacía muy poco y apenas había escuchado. Los Socios del Desierto.



El acople del inicio. El riff inicial. Y entra la batería del tuerto Wirtz y se caen todos los edificios del mundo. Shake it, shake it, shake it, baby. El tema lo conocía, habían estrenado el clip en CQC hacía unos meses pero esto era distinto. Esa bola de sonido me estaba pasando por arriba. Y no iba a detenerse. Y las alas en el paraíso no te servirán, tendrás que darlas. Aún en los temas tranqui había una crudeza que nunca había escuchado. Lo primero que mis adolescentes e inexpertos oídos captaron fue la piña que es ese disco a nivel sonoro. Todavía hoy no he encontrado otro disco que iguale ese equilibrio PERFECTO entre volumen descomunal y claridad de sonido. Guitarra. Bajo. Batería. Dos discos. Desde entonces lo considero el metro patrón de cómo debe sonar un disco de rock.


¿Rock? ¿Esto era Spìnetta al final? ¡Cómo había estado perdiendo el tiempo! Por un tiempo largo no hubo otra música en mi vida que no proviniera de ese disco. Lo había grabado en un cassette con cinta de cromo, por lo que la calidad era alucinantemente fiel al original.

(llegué a saber de memoria <<pequeña digresión idiomática: "de memoria" en inglés se dice "by heart", o sea "de corazón". En estos casos creo que es muchísimo más acertada esa expresión>> Llegué a saber by heart cada redoble, cada corte, cada disonancia, la voz del gallego enciclopédico con su tono ascendente y a la vez descendente y Spinetta que ya empezaba a anidar en mi forma de mirar las cosas y empezaba a ser más Luis que Spinetta, o Luis Alberto o el flaco. O Luigi, como cuando él se arenga a sí mismo en el solo de Cuenta en el sol, ¡vamos Luigi!



Yo tenía una guitarra eléctrica Faim prestada, antiquísima, que pesaba cincuenta kilos y que solía enchufar a un equipo de música destartalado. Cuando ponía el volumen al mango sonaba una distorsión muy pero muy parecida a la del riff de La luz te fue. El segundo acorde, el que viene después del MI, esa deformidad disonante me hacía cosquillas en los sentidos, era lo que le daba todo el color a esa joya. Yo tocaba ese riff y me sentía en una pileta de magma mental.




Reconsidera el amor y la materia sonora.

¿Y la anécdota? ¿Dónde está la anécdota? Aquí: cuando La Corta volvió de vacaciones descubrió que su casa había sido robada. Todos sus discos incluídos. Excepto esos tributos a Sumo de los 90, que para colmo ella odiaba. Se llamaban Fuck You y fue como si le hubieran dejado un mensaje. Por suerte yo le había salvado algunos discos de Spinetta. [fin de la anécdota que al fin no era para tanto]
Madre en años luz y Los niños que escriben en el cielo, he ahí dos discos que escucharía recién mucho después. En el momento no pude pasar del mazazo polentoso de Los Socios del Desierto a la placidez retorcida de Jade. Si sumamos además el hecho de que el sonido de aquellas tempranas reediciones en CD era paupérrimo, entonces se entiende que no había la más mínima chance de entrar ahí, no después de Los Socios.
¿Qué siguió, entonces? La lógica (si es que tal cosa existe) indicaría acaso Pescado Rabioso, pero faltaría para eso un poco más.



HAY UN HOMBRE LLORANDO EN MI TAPA
Por ese entonces yo tenía un laburo de medio-medio tiempo al cual asistía las mañanas en que no tenía laboratorio. Porque era un colegio industrial al que yo iba. Dejo el dato por si alguien le importa. Están buenos los industriales, no dejen que les digan lo contrario. La escasez de mujeres puede ser un problema, claro, sobre todo a esa edad de ebulliciones hormonales, pero lo cierto es que precisamente eso templa el espíritu y lo prepara a uno para la escasez de mujeres del mundo real. No es que no hubiera mujeres en el mundo real, las había, muchísimas, pero las que querían estar con uno constituían un número sensiblemente cercano a 0.
                           Decía. Trabajo. Era en la Dirección de Bromatología y me proveía de unos doscientos pesos mensuales que destinaba casi exclusivamente a la compra de música. Pero eso no quería decir que comprar a la marchanta. Cada compra de cada disco llevaba un proceso de evaluación que podía demorarme en el Musimundo de Neuquén unas dos o tres horas. El primer disco de Almendra. Diez mangos. Era inevitable que ese disco a ese precio y yo nos encontremos. Fuera de Muchacha ojos de papel, no conocía nada de aquel grupo fundacional. ¿Dije el primer disco del Almendra? Pues no es cierto, no del todo. El CD que compré contenía el primer disco de Almendra, pero también los primeros singles y algunos temas de lo que sería el segundo disco de Almendra.




Ah, las reediciones en CD a veces hacían cada cosa. De todos modos hay que hacer un par de salvedades. Hubo salvajadas mucho peores que esta en aquella época. Lo que hicieron con el arte de tapa (y contratapa) de Ciudad de Pobres Corazones es atroz, por poner sólo un ejemplo. Acá al menos el arte de tapa estaba intacto. Absolutamente intacto. Ningún sobreimpreso con esos horrendos "Best Price" y demás boludeces que solían adicionar. Por otro lado, en el sobre interno estaban todas las letras, incluso un texto de Pintos, creo, explicando los porqué de esta edición. Pero volvamos un poco atrás: yo tenía $10 para comprar un disco... te puedo asegurar que si el disco tenía además de los 8 temas originales, unos 12 más eso era para mí buenas noticias. Era más música en el mismo CD, simple como eso.

Basta de consideraciones sobre la industria. ¿Qué pasó con la música, eh?

La música, sí. Yo conocía El tema de Pototo por la versión de Baglietto, pero esto era otra cosa. Engañosamente arrancaba rapidito y pintaba tema medio beat, pero a medida que salía del estribillo bajaba la velocidad. Recuerdo haber pensado que esa decisión era muy loca para la época. La soledad es un amigo que no está, es una frase increíble. Si la canción dijera solamente eso, ya alcanzaría. Campos verdes tiene un aire a canción pavota de Pintura Fresca si te agarra escuchando distraído, pero ahí atrás hay algo, al principio no estás seguro, algo en los acordes, en un sonido y entonces te notás esa guitarra levemente maníaca que hay de fondo, esa distorsión primitiva completamente fuera de lugar en el tono de la canción que te dice que acá hay algo, en serio.




Entonces arranca el disco posta, Almendra, la extraña tapa que no se puede creer que le hayan aceptado al grupo, el nombre, Almendra, no Los Almendra, no The All Men Dra, el hombre que llora en la tapa, inquietante, la flecha, la lágrima, el hombre desmayado en el vacío, canciones que corresponden de alguna manera a una codificación etérea y hermética. Lo único que pude descifrar, si es que puede decirse eso, es que los temas con la flecha tienen nombres propios en los títulos.



Ana, Fermín, Laura. El comienzo folk acorazonado de Muchacha ojos de papel es un engaña pichanga, porque no terminan de irse esos coros aéreos que de repente entra la guitarra extraña de Edelmiro Molinari,

          [y qué extraño sonido ése, uno no sabe de dónde sale. ¿será una guitarra de esas locas locas que se hacían acá en los 60? ¿será el mismo Molinari que recién aprendía a tocar y tocaba solos como si fuera la primera persona en tocar solos de la historia, inventando la historia desde la nada? esto es un halago total, tengo debilidad por los guitarristas extraños]
                               
                                el sonido crudo de Color Humano, ese rock elefantoso, gordo gillette, yo creo que más de cuatro que compraron aquel disco cuando salió sólo por Muchacha se llevaron una buena sorpresa a esa altura. Y ni te digo después. Me pasa mucho que quisiera haber escuchado cosas en el momento en que salieron, tener esa virginidad, pero lo cierto es que con Almendra casi casi que pasó eso, porque aún en el '96 o '97 es un disco que tiene intacta su capacidad de volar pelucas, porque no existe eso que hicieron cuatro amigos de menos de 20, menos de 20, vostedáscuenta? ¿Cómo carajo salió de esas cabezas A estos hombres tristes o Que el viento borró tus manos o Figuración? Por favor, déjense de joder.

Diez pesos me salió ese disco. Y diez pesos también me salió el siguiente disco, que me compré ahí nomás, porque ya quería más, quería todo de este tipo loco que dónde había estado todo este tiempo, y qué bueno que hubiera tanto de donde elegir y por dónde seguir era la pregunta, ponete en mi lugar, ¿por dónde hubieras seguido vos?


¿ESTAMOS TODOS LOCOS O PASÓ UNA HORMIGA, CACHO?
No sé cómo, pero supe que el próximo paso era Pescado Rabioso. Tal vez porque la progresión histórica del mismo Spinetta así lo determinaba o por alguna cuestión mística que vaya a saber uno en qué consistía. Como fuera, la disyuntiva se dio en la mismísima batea de rock nacional de Musimundo. Desatormentándonos VS Pescado 2. En arte de tapa estaba difícil: la tapa del primero era irresistible (en vinilo seguramente se veía imponente) y en cuanto a contenido, el primero era el que tenía al menos un tema que yo conocía.

Ganó por licitación Pescado 2. Más temas. Muchos más. Volví en el colectivo mirando y remirando el CD que, por algún extraño azar, tenía todas las letras y bastante información, no esos libritos pedorros, pixelados que los abrías y estaban en blanco. Lo único cuestionable era que habían enchastrado el arte de tapa con sobreimpresos pedorros.




Este no es mi ejemplar, pero es igualito. Lo venden en Mercado Libre.

Años después me encontré con una reedición mejor, doble como el original y sin manchar el arte de tapa. Arte de tapa que la verdad está bárbaro. Tanto me gustó que creo que fue lo único que consideré tatuarme alguna vez. Nunca lo hice. Tengo demasiados pelos. No quedan bien los tatuajes con pelos.

Como sea, todo esas consideraciones son secundarias. Llegué a mi casa, cerré la puerta de mi pieza y puse el disco. Y empezó el Panadero Ensoñado, gutural delirio entre Spinetta y Lebón que se corta con un sonoro SHHHHHH!
                                            y entonces sí, agarrate fete fete porque se viene un viajecito de aquéllos. Iniciado del Alba me rompió la mente en cuatro con ese extrañísimo estribillo salido de ninguna parte. Poseído del Alba llegó después. Creo que es la canción que más me gusta de ese disco. Creo que cuando terminó la puse de nuevo. Algo que no sé qué es en ese tema hace resonancia con algún circuito interno. Todo converge. Soy un ángel de hambres muy bien reales, estrofa, Hoy te quiero proponer que mires en tu mar, mar cerebral, estribillo. Justo unos días después vi en Volver Buenos Aires Viceversa, de Agresti, que comienza con Nicolás Pauls tocando la batería arriba de esta canción. Desde ese día lo aprecio mucho a ese flaco. A Agresti también. Pero el romance con Agresti se me pasó unos años después. Con Pauls no, porque hizo ese programa Elepé y se notaba que lo hacía con amor y porque una vez lo vi con una banda que se llamaba Los Jardineros de la Antártida, que era ultra pescadesca.




Podría comentar cada canción de Pescado 2 esta noche. En el orden en el que están. De memoria (by heart). Así de importante es para mí. Pero voy a nombrar sólo el escalofrío del anteúltimo tema, sólo un órgano y la voz finita de Luis hablando de un estanque donde flotan restos de una cuna. Apocalipsis after.

Después me enteré que Pescado Rabioso existió apenas poco más de un año y medio. Tanta obra en tan poco tiempo. No puede ser.


Lo he decidido, voy a hacerme una remera de este disco.



Como se habrá podido observar, ser pobre y melómano atenta contra un sentido sistemático en el abordaje de un músico. Mis exiguos ingresos hacían que debiera decantarme siempre por la elección de discos de acuerdo al precio. Este método, que me llevó a los Socios del Desierto a Almendra y de Almendra a Pescado, me llevó de Pescado a Spinetta solista. Si hubiera sido por mí, hubiera comprado Pelusón of Milk, porque un disco que se llame así no-puede-no-ser-genial y porque ahí estaba Seguir viviendo sin tu amor. Sin embargo, Musimundo lo tenía a 25 morlacos. No way. Ese día elegí otro disco, que estaba de oferta a diez pesos.



Y ES QUE A VECES EXISTE UN DIVINO PRESAGIO
Decir que la tapa de un disco de Spinetta es extraña es algo que puede decirse de la mayoría de los artes de tapa de Spinetta. Pero el caso de Don Lucero es especial en el sentido de que no me dieron para nada ganas de comprar ese disco. Lo compré porque salía diez pesos, ya lo dije. Después me enteré que Luis había dibujado esa tapa en una computadora Amiga. O sea, imaginate hacer un dibujo así en un entorno tan primitivo que haría que el Paint parezca el Corel en comparación. Y ahí está. Esa cara. Esta cara.




La cosa cambia con esa consideración, no? Bueno, no sé. Lo que sí sabía es que era del '89, por lo que preveía un golpe sonoro con respecto a lo que ya conocía más que nada por la manera en que se producían los discos en los 80. Sobreproducción. Teclados empalagosos por doquier. Baterías digitales. Guitarras sepultadas por capas y capas y capas de efectos. Y no me equivoqué. Bastaron los primeros segundos después del play para notar que esto no iba a ser como lo que venía escuchando de Spinetta hasta ahora.

La primera escucha fue... meh. Me costó asimilar la versión ochentosa / pop del flaco. Pero andá a saber cuándo me iba a poder comprar otro disco, así que hubo una segunda y una tercera y una cuarta escucha, Y entonces algo hizo clic. Algo adentro se me acomodó y de repente se me hizo que ese disco era perfecto y que no podía prescindir ni del más mínimo arreglo de sintetizador. ¿Ves? La melodía es en tu alma. Hijo de puta, parecía que el tipo lo sabía y me gozaba. Y en esa canción, precisamente, donde la voz del estribillo panea de izquierda a derecha varias veces, como una ensoñación.




A diferencia de los demás discos, a éste no hay muchos que lo banquen incondicionalmente. Yo sí. Especialmente las letras.

Nunca entendí el """cuestionamiento""" sobre el supuesto hermetismo de las letras de Spinetta. Es como pedirle a poemas que se expliquen a sí mismos. Yo no sé si lo que entiendo de las letras de Spinetta es lo que Spinetta quiso decir, pero considero que eso es lo de menos. Desde el momento en que la escucho, esa canción es mía. ¡Qué me importa qué quiso decir si a mí me dice otra cosa! ¿Qué es ese afán pedorro por "entender"? ¿Quién puede decir que entiende algo de nada? ¿Y para qué, decime vos? Un gran doblez, el penúltimo tema, arranca diciendo Sólo me importa el resplandor, es el momento de gato, hubo de todo y no hubo nada y es inútil repetírtelo. Hay una musicalidad irresistible en cada fraseo y cada verso se va empalmando con el anterior y con el próximo en sucesión. Es la medianoche es una de las perlas de este disco. Siniestra. Hay noche por doquier adentro de esa canción, una fuga frustrada hacia uno mismo, todo se ha calcado a sí mismo, nada busco ya sin pasos, y sin embargo no es mi preferida, acá, en este disco siempre sentí que el final era verdaderamente lo que me dejaba el sabor de haber salido de un mundo increíble, Cielo invertido, sus estrofas fragmentadas, quebradas, como un cuerpo arrastrándose sobre un piso de piedras filosas para llegar al oasis-estribillo donde la canción te empuja hacia la luz por unos momentos, sólo por unos momentos, porque de nuevo caer y descubrir que somos hueco cartón, un espejo que se mira en el espejo, descubrir sólo somos formas que no se dicen.
El librito del cd está muy bueno, al menos en la edición que yo tengo. Todas las letras, y todos los detalles técnicos.

¡Tocó Javier Malosetti acá! ¿Cuántos años tenía en ese entonces? ¿17? Todos son grossos menos vos.




Escuché mucho Don Lucero en un discman en aquel entonces. No sé cómo viene la mano con las últimas reediciones, si jodieron mucho el sonido o no, o si el disco ripeado que anda dando vueltas por torrent o páginas de descargas tienen mucha calidad, pero eso es un detalle, la buena música resiste cualquier soporte y emerge aún de la forma más pedorra de compresión sonora. Otro día me expandiré sobre la cuestión de la calidad y la guerra del volumen y eso. Es largo lo que pienso al respecto y por algún motivo creo que merece más desarrollo. La condición en todo caso es romper la dinámica de escuchar el disco por arribita o haciendo otra cosa. Y hacerlo varias veces. Nos hemos acostumbrado a la instantaneidad y a la infinitud. Eso nos destruirá. Bueno, no tanto, pasa que me acordé de un tema de Invisible, Lo que está y no se usa nos fulminará. Pero eso también quedará para otra ocasión.



EXTROITO (is that even a word?)
Estas obras de Spinetta fueron mi primer abordaje a este mundo bellamente retorcido y vasto. Es enteramente posible que parte de lo que soy haya sido moldeado por estas músicas. Y por otras, claro, y ya hablaré de ellas también en algún momento, si tengo ganas, porque si algo he comprobado en todos estos años de cosas hechas es que eventualmente dejo de hacerlas por razones no del todo claras. Por lo pronto este fue el primer posteo propiamente dicho de este espacio. Si llegaste hasta acá no tengo que recomendarte que escuches Spinetta a fondo, porque probablemente ya lo hagas. Este texto ha de ser insoportable para alguien que no haya escuchado estos discos, estoy seguro. Pues bien, esta es la verdad: creo que escribo esto para mí, para no olvidarme de los materiales de los que estoy hecho. A lo mejor a alguien más le pasó lo mismo o parecido, a ustedes también va esto, gracias por venir.

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