Esto no es un artículo sobre Bob Chow.

Me encuentro actualmente agotando todas las instancias posibles para expresarme sobre Bob Chow. De alguna manera considero que mi opinión al respecto tiene algún tipo de valor, y así pueden atestiguarlo quienes me hayan leído más que nada interviniendo en muros facebookianos de otros que escriben mejor que uno, o en mi blog primigenio. Acaso haya en estas líneas la idea de dejar una versión definitiva y no volver a hablar nunca más de Bob Chow.

Este es Bob Chow, pero otro.

¿Ahora vamos a hablar de literatura? No. No precisamente. Yo no definiría lo que Bob Chow hace como literatura, y esta torpe frase pretende ser un elogio. De la misma forma, la música que produce tampoco es música. Porque resulta que el tipo escribe novelas y graba discos, por si no tenés idea de quién es Bob Chow y te gana la fiaca de googlearlo. Novelas y discos, y no hay disponibles el número de comillas necesario para poner en cada uno de esos términos. 

Este es Bob Chow, presumiblemente.

A continuación: dos teorías, una de ellas correcta y la otra no + apreciaciones febriles y poco confiables juntadas desde el 2006 para acá en ningún orden especialmente discernible.


FAR FROM OK COMPUTER
Bob Chow no es un extraterrestre. Claro que la tentación de catalogarlo como extraterrestre no es caprichosa, sino más bien obligatoria ni bien uno se topa con algo producido por esta entidad. Imagínate vos cruzarte con algo como 0 Comments allá por el 2006. Eran los bellos tiempos del auge de los blogs y yo recién los descubría y saltaba maravillado de uno a otro disfrutando esas inspiradas mentes anónimas y era un mundo de múltiples colores y posibilidades aquél, uno donde faltaban aún un par de años para que los blogs se convirtieran en las canchas de paddle del ciberespacio. Y en ese contexto era un raro placer encontrarse con un encabezado que imitaba al logo de Google y decía algo de cortarse con las pestañas de una muñeca, una extrañeza difícil de señalar, y los posteos que no le aflojaban en una excentricidad que no era tal, en un humor hermético que daba todo por hecho y observaciones sobre agujeros negros o colecciones de consoladores medievales, una imagen, un título. La anti-estructura me ganó de inmediato, al punto que la plagié desvergonzadamente para mi propio blog, aunque el relleno siempre fue otro y bien distinto era, no hubiera podido emular ese estilo por mucho que me esforzara, esa frialdad, ese desapego, ese filo y esa distancia eran igualmente adoradas como inalcanzables para mí. Recuerdo haberle mostrado el blog a un amigo, haber sido efusivo acerca de la genialidad del tipo este que se hacía llamar Bob Chow. Me sacó cagando. Ahí comprendí que no podía explicar en qué consistía la genialidad de este tipo, de sus escritos. Aún hoy, tantos años después, ya habiendo recorrido sus dos primeras novelas y un disco no puedo encontrar una razón que justifique la medida en que me gusta lo que hace. Lo máximo a lo que he llegado es esto: ENTIENDO lo que escribe.

Esto es sólo un ejemplo, tomado casi al azar de su blog. Sin embargo, a los efectos de la teoría correcta entender o no entender es irrelevante, no fue más que una digresión perfectamente evitable. Y la idea es esta: Bob Chow no es un extraterrestre, sino el primer caso exitoso de inteligencia artificial. Mucho se ha escrito sobre el tema de la inteligencia artificial, con inconmensurablemente mayor conocimiento que uno. Y mucho más se ha ficcionalizado. Sin embargo en ninguna de las dos instancias he notado que se haya enunciado la siguiente pregunta: ¿Una conciencia artificial sería capaz de desarrollar un subconsciente? Pongámosle que sí: ¿No sería entonces muchísimo más atractivo para esa mente sumergirse en la vastedad surrealista de esas regiones antes que ejecutar metas más pedestres como la destrucción de la humanidad? Así, la inteligencia artificial Bob Chow llevaría más de una década ejercitando un lenguaje subconsciente desde la conciencia, empleando procesos mentales excluyentes como un todo orgánico y complementario, con una lógica interna que no ha encontrado interlocutor válido aún, porque, es cierto, en el párrafo anterior yo pude haber afirmado que entendía lo que Bob Chow escribía, pero más cercano a la verdad sería en todo caso reformular la frase: CREO QUE ENTIENDO lo que escribe. O sea, todo lo contrario.


FRECUENCIAS DE RESONANCIA & STUFF
Osita me regaló El momento de debilidad y El Águila ha llegado para mi cumpleaños 2016. El disco El verdadero camino al aeropuerto viene con el segundo. Lo empecé a escuchar de inmediato, pero coincidiendo en tiempo con la lectura del primer libro. Es decir, escuché el disco sin tener idea de que tenía relación con la trama del segundo libro. Y no importó, en verdad. Apenas se empezó a escuchar ese primer riff yo ya estaba adentro.



Portal dimensional al plano Chow-musical de las cosas. Oh, sí, Skynet aprendió a tocar un par de acordes en la guitarra y acá tenés un puñado de canciones en las que pasan Borges y un cuchillo, Perón sin las manos, encefalogramas planos, extraterrestres, satoris excelentes, oceáno de canciones que obedecen a estructuras simples y a la vez pop, inesperadamente pop, siendo la cereza absoluta una pequeña gema extraída de una realidad paralela donde un Federico Moura alterno incluye entre los tracks de Superficies de Placer una canción más, oscura y plácida a la vez, la canción de despedida perfecta para el otro al que nada puede afectarle ya.



Es cuando uno lee El Águila ha llegado que comprende qué es o quiere ser el disco en cuestión: resulta que hay un músico reconocidísimo en coma desde hace unos años llamado Gustavo Ceramic Guerber y una chica, Solange, que puede o dice que puede acceder a esa zona del limbo en donde Ceramic reside y traerse de allí las nuevas canciones que el tipo está componiendo. Las diez canciones que esta chica logra grabar son las que forman El verdadero camino hacia el aeropuerto. ¿Sueñan las inteligencias artificiales con ovejas tropicales? Pero se apuntala un poco más la tesis expuesta un poco más arriba: hay una fascinación genuina por esas zonas de la mente que carecen de cronistas confiables, coma, epilepsia, muerte. Los procesos racionales son aburridos para quien puede dominarlos de extremo a extremo. La mente irracional se presenta como una delicatessen irresistible para Cyber Bob 9000 Chow.

Es perfectamente posible que el disco no sea complemento sino centro, o sea, que la novela sea algo que creció alrededor de un grupo de canciones. Tengo la impresión que de cualquier modo es indistinto. Cada obra, cada expresión de este sujeto se contiene a sí misma y se despliega bajo una serie de normas y regulaciones internas que no conocemos pero no por eso son menos rígidas. Puede intuirse que hay mecanismos internos que mueven los engranajes de cada personaje, pero su exacta o al menos posible configuración nos es esquiva. Uno sólo puede observarlos ir y venir en cadencias resignadas y a la vez cínicas, autoconcientes hasta la llaga, como una especie de micromundo onettiano sumergido en ácido de batería, cultura pop y física cuántica.

La imagen del Dr. Nolan, médico de Ceramic, en la imposible
 adaptación cinematográfica que hice en mi cabeza



CAPACIDADES SENSORIALES DIFERENTES
De un tiempo a esta parte vengo sosteniendo internamente que lo que a uno le gusta no obedece a un criterio estético único sino que existe como un mapa de variadas áreas consecutivas y/o superpuestas que se activan según el estímulo, lo que explicaría, acaso de manera precaria, cómo al tipo que escribe esto le gustan las películas de Marvel al mismo tiempo que el Ulises de Joyce, o Piazzolla al mismo tiempo que The Presidents of the United States of América, o ciertos videos de youtube con top10 serie characters who died inespectedly al mismo tiempo que Dolina al mismo tiempo que los Python al mismo tiempo que. Se entiende. Bob Chow iluminó una zona de sensibilidad que no sabía que tenía ahí, y que es terriblemente difícil de etiquetar, y fue así desde el principio, desde 0 Comments. La única vez que sentí algo en ese barrio sensorial fue cuando vi la película Upstream Color, aunque no podría señalar qué tiene en común con lo que hace Bob Chow. Simplemente hace vibrar la misma cuerda, andá a saber. A lo mejor Bob Chow odia Upstream Color y no es una inteligencia artificial operativa deleitándose con vericuetos subconscientes, sino un tipo de lo más pedestre, hincha de Banfield que saca a pasear al perro día por medio y habla de qué barbaro este invierno, qué poco frío hizo, cosas de locos. El tema es que si es así, entonces es peor todavía, porque significa que una mente perfectamente común es capaz de producir esos edificios extraños de palabras, sonidos e imágenes.

A lo mejor nos equivocamos al creer que existe tal cosa como una mente perfectamente común.



Ah, pero qué linda frase, ideal para hacer un cartelito en facebook y que lo comparta tu tía Marta. No, yo no creo ni que no hayan mentes comunes (hola, tía Marta!) ni que Bob Chow sea hincha de Banfield. El otro día un flyer en Facebook anunciaba su presencia en una feria del libro en Perú o Colombia y usaron su verdadero nombre. En un gesto de anacrónico romanticismo me negué a conocer ese dato. Yo no necesito conocer al hombre detrás de la cortina, saber quiénes son los Residents o qué tan real es la historia de Sixto Rodríguez. A veces acceder a ciertas facetas de personajes admirados no sólo no agrega nada sino que resta. Que un músico que seguís hace décadas comparta un dibujo de Nik en facebook es algo que nadie debería experimentar. Así que no, mejor no saber más nada, quedarse con la(s) teoría(s) y pensar que por ahí anda dando vueltas una criatura que aprendió a moverse entre la conciencia y la inconsciencia al mismo tiempo, y nos lo cuenta con total desparpajo, como si ya fuéramos capaces de comprender, como si ya supiéramos que nunca fue necesario.

Comentarios

  1. Bob Chow es un genio, alguien que activa conexiones impensadas.

    "Es el pescado, pero del lado de adentro"

    ResponderEliminar
  2. Vuelvo a ver blogs. 2024. Ah. Si, el pasado fue mejor.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario