M de Monique.

En el presente texto se hablará inevitablemente de Morphine, pero no será justo, no del todo, no ahora. Y dice así: Morphine con su formación de batería, saxo barítono y bajo de dos cuerdas con slide además de dejarnos una obra maravillosa, imperecedera y original, tiene el raro privilegio de haber creado un subgénero: el low rock. Lo raro, en todo caso, es que se trate de una raza de uno. Nadie más ha tomado esa antorcha y ha continuado ese estilo de rock que prescinde de lo que tal vez sea el instrumento más icónico del rock: la guitarra eléctrica. ¿Nadie tomó esa antorcha, dije? Pues eso no es cierto, piscuí, te he hecho caer en el viejo truco de afirmar una cosa para luego negarla ganando así un golpe de efecto y a la vez un punto de partida desde donde comenzar aquello de lo que realmente se va a hablar aquí. En este hoy en el que vos y yo nos encontramos desde distintos planos se hablará de Monique Ortiz todo lo que se pueda y de Morphine lo menos posible.





M DE MORPHINE / P DE PRINCESA
Pero claro, te había adelantado que iba a ser inevitable en un punto nombrar a la banda de Mark Sandman y éste es ese punto. Resulta que allá por el 2007, en el pico de mi descubrimiento y obsesión con Morphine, me dediqué a escribir un extenso posteo en Taringa haciendo una especie de análisis de sus discos, algo como esto, pero por escrito. Un tiempo después me encontré con un comentario en el que que una usuaria, cuyo nombre o alias injustamente he olvidado, me dice sin muchas vueltas: si te gusta Morphine entonces tenés que escuchar Bourbon Princess. Me dispuse a buscar música de esa banda pero no encontré nada. En tiempos pre-streaming, pre-bandcamp y pre-full albums en youtube podía suceder esa situación aún en músicos más conocidos. Agotada la primer instancia piratesca justamente a través de The Pirate Bay no tuve más remedio que internarme en las aguas peligrosas de Ares, ese antiguo y riesgoso programa en el que encontrar un disco de Tom Petty podía implicar bajar un video íntimo del Pájaro Loco. Pero arriesgué la salud de mi computadora y lo hice de todos modos y la valentía tuvo frutos: unos nueve archivos en MP3 con no mayor información que los nombres de las canciones que igual se las arreglaban para darle la razón a aquella sugerencia: Si te gusta Morphine entonces tenés que escuchar Bourbon Princess.

Tiempo después logré armar las piezas y descubrir que ocho de esas canciones formaban parte de un solo disco y que ese disco había sido además el último del grupo: Dark of Days.


El sonido difícilmente pueda remitir más a Morphine: Bajo con slide, batería y saxo barítono. De hecho, ¡el baterista es precisamente el primer baterista de Morphine, Jerome Dupree y Dana Colley prestó sus servicios como saxofonista! Y sin embargo, y acá es donde se hablará cada vez menos de Sandman, hay algo que ya en las primeras escuchadas de esas canciones empieza a marcar con fuego una línea propia: la voz de Monique Ortiz es única. Un tono grave y sinuoso pero a la vez enérgico se alza entre el torbellino morphinesco de todo este disco. Es muy difícil ponerlo en palabras, por lo que voy a poner una de aquellas canciones que me sirvieron de puerta de entrada hacia este mundo:





Así empieza el disco y las demás canciones sostienen con polenta una sucesión de viñetas en las que, además de todo lo ya dicho, están las letras. Monique canta sobre el poder, las relaciones, la sociedad, la muerte, los sueños, y el sexo. Una poderosa y violenta energía sexual recorre los fraseos que delinean las historias aquí contadas. Esta mismísima canción se permite terminar con Voy a hacer que llegues tarde al trabajo / voy a cabalgarte a través de la noche hasta que duela / estás atrapado conmigo, amigo, hasta el amargo final. Al mismo tiempo tiene la versatilidad como para jugar al cinismo irónico en Supergirl's Complaint, acaso uno de los tracks que más rápidamente se te adhieren al cuerpo y en los que Monique Ortiz habla en primera persona de los problemas laborales que tiene como superheroína.



No hay feriados en esta línea de trabajo / no hay indemnizaciones si me lastimo / me estoy hartando de esto / No obtengo ningún reconocimiento por todas las cosas que arreglo / ningún respeto.

Más arriba dije que ocho de esos nueve temas correspondían a un solo disco. Pues bien, el noveno tema, que era además uno de los que más me gustaba entre los que tenía a disposición, venía del disco anterior, llamado Black Feather Wings. Esa canción era Stretcher.


La canción canta acerca de una sobredosis desde la perspectiva del que se pasó de rosca y es ingresado de urgencia al hospital, pero también desde el punto de vista de los enfermeros o médicos que lo atienden, y una vez más Monique deja en claro que las letras no son para ella sólo un trámite para terminar de darle forma a un formato estándar de canción, sobre algo hay que cantar, y la mayoría de las veces en el rock son sólo frases que suenan bien,
                [lo que no es difícil porque en inglés hasta una lista de supermercado suena bien]
pero aquí se canta sobre cosas, señores, y sé que ya lo había mencionado pero por alguna razón sentí que debía traer la observación de nuevo a la mesa.

Básicamente hice el recorrido por la discografía de Bourbon Princess hacia atrás, empezando por el final y terminando por el primer disco, llamado Stopline, y lo que más me ha llamado la atención es cómo en sus comienzos el sonido y las composiciones de Monique Ortiz remitían muchísimo menos a Morphine que como lo haría posteriormente. Uno hubiera esperado que al comienzo de su carrera una influencia tan inevitable como la banda de Sandman fuera más obvia para ir diluyéndose con el correr de los discos, a medida que iba encontrando la voz propia. Pero no. Vaya a saber cómo funcionan estas cosas, a lo mejor son cuestiones que tienen que ver con la producción de los discos más que con el estilo compositivo.

Lo que sí tiene correlato es cómo luego del tercer disco, el más morphinesco de todos, Monique arma una nueva banda con Dana Colley y Larry Dresch y redobla la apuesta probando que pocos pueden probarse la ropa del low rock mejor que ella. La banda se llamó A.K.A.C.O.D y duró un sólo disco, llamado Happiness. Lo encontré sumamente monótono en su momento, por lo que no le di muchas escuchadas. Creo que me remitía al primer Morphine, al de Good, que es el disco que menos me gusta del trío. Tal vez debiera volver a escucharlos, es sabido que las sensibilidades mutan y lo que hoy no te va mañana puede volarte el peluquín. La cosa es que a partir de ese momento le perdí un poco el rastro a Monique, pero eso cambió el día que, hace un par de años, la encontré en Facebook sólo para probar por qué que a veces Black Mirror puede darte un episodio esperanzador.



M DE MONIQUE / A DE ALIEN
Leyendo cualquier entrevista reciente a Monique Ortiz uno puede notar rápidamente que está podrida de que le pregunten o le mencionen algo de Morphine. Si bien la referencia podría ser más que relevante en tiempos de Bourbon Princess o A.K.A.C.O.D, dada su proximidad sonora con los muchachos de Boston, en estos últimos años ya peca de pereza por parte de entrevistadores y reseñadores. ¿Por qué? Simplemente porque su último proyecto, Alien Knife Fight, ya representa de manera cabal una voz propia, un camino único que puede circunscribirse dentro del dichoso low rock, pero en una categoría propia.
Sólo bajo y batería. Se requiere una manera muy especial de tocar para que haya un sonido punk-rockero lleno sólo con esos dos instrumentos, pero si tenés un baterista como Michael Howard y la capacidad y cabeza y polenta de Monique al bajo, no podés fallar. Y tenemos que detenernos un poco en el bajo de Monique, o más bien en su técnica. Sólo con dos cuerdas y mayormente con slide, se las arregla para tirarte por la cabeza con unos riffs asesinos que no suenan a nada conocido. Con una tremenda habilidad para las setear distorsiones y filtros logra que el sonido final no sólo sea único y potente, si no que además ofrezca un abanico de matices tal que permitan darle a cada canción su timbre particular. Pero qué mejor que mostrártelo con música:



Actualmente la producción de Alien Knife Fight se compone de dos EPs que se pueden escuchar en el Bandcamp de la banda. Si andás curioso y buscás algo para poner a todo volumen y que se cague ese vecino del orto con cara de macrista (oh, tú chancho lombrosiano progre, ahí te agarré!) entonces esto es para vos.

Vos seguí hablando nomás...

Como sea, y para ir cerrando, todas mis fichas están en este costado más áspero y cortante de Monique Ortiz. Acá es donde finalmente se gana el derecho de que dejen de preguntarle de una puta buena vez por Sandman. Ya dejen de joder con eso y empiecen a darle manija a una artista que hace rato viene remando y sigue siendo muchísimo más under de lo que merece. Y si vos no la conocías y ahora sí y te copó, divulgá la palabra lo más que puedas y que se sepa que el rock sigue ocurriendo en formas novedosas e interesantes y que tenemos todas las fuckin herramientas para acceder a él. No hay excusas.




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